jueves, 16 de agosto de 2007

agosto_01: el orgullo (1ª parte)

Es bastante fácil ser de algunos equipos.

Por ejemplo, es fácil ser del Real Madrid. Entre Copas de Europa, Ligas, Copas del Rey, Supercopas de España y de Europa, Copas de la UEFA e Intercontinentales, son sesenta y pico grandes títulos. Si sumamos los años que tiene y los dividimos por esos trofeos, resulta que un madridista celebra un título cada año y medio más o menos.

También es fácil ser, por ejemplo, del Zaragoza. El Zaragoza tiene un momento que vale por toda la HISTORIA: miércoles 10 de mayo de 1995, Parque de los Príncipes (París), final de la Recopa: Zaragoza-Arsenal. Minuto 119 y 50 segundos la coge Nayim desde un poco más allá del centro del campo, suelta un derechazo y ¡GOL! El vídeo se puede ver en internet. Ese momento es la historia de tu equipo, no le puedes pedir más. Años después, el Zaragoza ganó dos Copas del Rey y una Supercopa de España, y años antes ya había ganado otra par de Copas del Rey y hasta una Copa de Ferias (antigua Recopa).

Y todavía más. Es fácil ser del Sevilla. En toda su vida sólo habían ganado una Liga y de eso hace como sesenta años. Un lujo para los que la vivieron. Una pequeña historia que fue pasando de padres a hijos a nietos a bisnietos... Y toma, van y ganan la Copa de la UEFA en la temporada en la que celebran el Centenario. Y la Supercopa de Europa meses después; y otra Copa de la UEFA y... suma y sigue. Y ya está, ya tienes para toda la vida porque es difícil que tantos acontecimientos históricos de esa magnitud coincidan en “tu” tiempo; y muchísimo menos cuando el tuyo es un equipo humilde.

Pero cuando eres del MENSA ¿qué celebras?

Podríamos vanagloriarnos (de hecho, lo hacemos) de ser el equipo decano de La Palma, pero no nos engañemos, ni La Palma es Nueva York en cuanto a importancia ni el Mensajero pasa de ser un equipo más de los muchos que hay en el mundo. Además ¿cuántos equipos hay que sean “decanos”? Si al menos fuéramos como el Recreativo de Huelva, decano de España.

Podríamos presumir (de hecho, lo hacemos) de haber construido un Estadio con nuestras propias manos y con la ilusión y aportación de cientos de simpatizantes. Pero no nos engañemos, tampoco el Silvestre Carrillo es nada del otro mundo. Un campo como hay cientos sólo en España.

Podríamos fanfarronear (de hecho, lo hacemos) de ascensos. Porque han sido muchos. Pero no nos engañemos, subir de Primera a Preferente o de Preferente a Tercera, no es ganar el Mundialito de Clubes.

Podríamos alardear (de hecho, lo hacemos) de ser el primer equipo de La Palma que ganó el San Ginés, cuando éste era el trofeo de verano más importante del fútbol canario; o también de ser el primer equipo de La Palma que ganó la Copa Heliodoro Rodríguez López, cuando éste era un torneo referencia en todas las islas; o ¡cómo no! de ser el único equipo de La Palma que ha jugado en 2ª B. Pero no nos engañemos, nada de lo mencionado es la Liga de Campeones. En realidad, sólo importa para las ciudades o pueblos cuyos equipos lo consiguen; de resto, nada.

Entonces, si no vale casi nada de lo que forma parte de nuestra Historia, ¿qué queda?

Queda el orgullo de SER MENSAJERISTA.

No se puede explicar ni empírica ni filosóficamente, ni con palabras, ni siquiera con la razón.
No se puede explicar.

(continuará)