viernes, 30 de abril de 2010

SUSO, el último eclipse

Un eclipse es cuando la luz procedente de un astro es bloqueada por otro. Y eso es SUSO: una luz que bloqueó otras que también brillaron en el fútbol palmero. Jugadores que –coincidiendo con él- fueron lo mejor que parió la Isla en sus demarcaciones, jugadores tremendos, colosales, de los que el MENSAJERISMO se siente mucho más que orgulloso. Pero allí estaba SUSO, siempre SUSO, irradiando luz, despidiendo energía.

No, SUSO no es el mejor jugador que ha tenido el MENSAJERO, no caigamos en el paroxismo. Pero sí podemos afirmar que SUSO, para el MENSAJERISMO, es más que un jugador. SUSO representa mejor que nadie el espíritu del MENSAJERO y los anhelos y sueños del MENSAJERISMO. Su derroche, su seriedad y su compromiso conquistaron los corazones de todos los MENSAJERISTAS. Y con esas mismas virtudes se ganó el respeto de compañeros y rivales.

Antes de SUSO el fútbol era diferente. Con SUSO dentro, el fútbol cambió. Después de SUSO el fútbol es otro. Porque SUSO es el último vestigio de una estirpe de jugadores que ya no existe, que probablemente no se repetirá. Jugadores que llegaron a su cota máxima llevando a sus equipos hasta lo más alto que podían llegar, en una feliz coincidencia, en una afortunada unión que, en nuestro caso, es eterna.

Y es precisamente en la eternidad donde está la clave. Porque la gran suerte del MENSAJERISMO no es haber tenido a un jugador como SUSO en nuestras filas –que ya es suerte-, la inmensa fortuna del MENSAJERISMO es que comprendimos su valía hace muchos años y todo este tiempo hemos estado disfrutándole. Y así llevamos toda una ETERNIDAD.

Estimado SUSO, cuánto me gustaría que pasaras a ocupar un puesto secundario en nuestro corazones. Significaría que otros jugadores también palmeros como tú, criados en el MENSAJERISMO como tú y mejores que tú han llevado al MENSAJERO a lugares todavía más altos que los que alcanzamos contigo. Pero creo que todos somos más o menos conscientes de que aún falta tiempo para que llegue este momento, si es que llega.

Admirado SUSO, qué gran alegría fue cantar tus goles, qué gran placer fue siempre verte. No sé cómo ni por cuántas cosas darte las gracias porque es tanto lo tenemos que agradecerte.
Gracias por tu entrega y tu pundonor. Gracias por tus consejos a los más jóvenes, gracias por tu ejemplo. Pero por encima de todo y de todo corazón, gracias por tu COMPROMISO.

Queridos amigos, sentémonos todos a gozar de lo poco que nos queda del eclipse. Y claro que sí, celebremos su despedida porque su adiós significa que estuvo y mientras SUSO estuvo, nosotros lo disfrutamos.
Berna. FCO. RGUEZ.