martes, 5 de mayo de 2009

Primavera en Madrid

No es probable que aquella tarde, aún fresca en Madrid, López Caro le diera vueltas a la alineación con la que afrontaría el partido del día siguiente. Quizá dudase entre Portillo o Sestelo, auténticos goleadores y con un futuro brillante; incluso puede que se plantease la posibilidad de darle una oportunidad Pisón por Diego Arroyo en la portería. Al fin y al cabo jugaban contra el último clasificado y, en su fuero interno, no creía que peligrara el liderato de la clasificación.

Sí que estoy seguro de que López Caro, aquella tarde, no se imaginó cuánto le cambiaría la vida en los años siguientes. Y es que tres temporadas después, consiguió ascender al Real Madrid B a Segunda División; y seis meses más tarde de aquel ascenso fue nombrado entrenador de la primera plantilla. Y de ahí pasó al Racing de Santander, y después al Levante, y al Celta, hasta terminar –a día de hoy- como Seleccionador Nacional Sub ’21.

La mañana siguiente amaneció fresca, como todas las mañanas de primavera. Cuando Manolo Acosta ocupó el banquillo que correspondía al equipo visitante en la Ciudad Deportiva del Real Madrid, creo que estaba bastante lejos de imaginar que los once hombres que había elegido se iban a enfrentar a jugadores que no mucho tiempo después ganarían Ligas y Copas en España y otros países; que también levantarían Copas de Europa y Supercopas. Uno de ellos incluso escribió canciones que después sería éxitos mundiales. Manolo Acosta no creo ni siquiera que llegase a sospechar que algunos de aquellos jovencitos que se enfrentaban a su equipo llegarían a levantar la Copa Intercontinental.

El 5 de mayo de 2002, el C.D. MENSAJERO jugó contra el REAL MADRID B en la Ciudad Deportiva. Perdimos 1-0 y descendimos al final de esa temporada acabando nuestro periplo por la Segunda División B. Poco tiempo después de aquel partido terminó la mayor aventura futbolística JAMÁS vivida por un equipo de La Palma.

Y, mientras, otros se dedicaban a ponernos piedras en el camino, a consumirse en la envidia. Otros segregaban bilis, alegrándose de nuestro infortunio, minusvalorando nuestros logros y desprestigiando nuestra labor JAMÁS igualada por ningún otro equipo de La Palma. Y, mientras, otros continuaban donde siempre, donde continúan; así les fue y así les sigue yendo.
Mientras todo eso ocurría, NOSOTROS jugábamos contra futuros CAMPEONES que levantaron algunos de los más importantes trofeos del fútbol mundial.

Según el refranero popular, quien roba a un ladrón tiene cien años de perdón; yo creo que quien juega contra un campeón, MIL VECES campeón.

Somos el MENSAJERO. Somos la ELITE.


Berna. FCO. RGUEZ.

N. del A.: Mi más deudor agradecimiento a don Manuel Acosta y don Félix Concepción por la información proporcionada.